El olor me traslada a un lugar conocido, familiar. Las grietas de la madera y las distintas texturas que voy descubriendo hacen que el recorrer el material con las manos sea algo interesante.
La pared sobre la que apoyo mi espalda y la madera sobre la que estoy sentada hacen que tenga frio, los materiales no son cálidos, las texturas no son interesantes, y la sensación de estar encajada en un lugar se incrementa con la ansiedad que me generan los ruidos que siento a mi alrededor.
El lugar en el que me encuentro es una zona de mucho transito, no solo pasan por aquí alumnos y profesores, sino que estoy expuesta a las miradas de muchos desconocidos.
El granito sobre el que estoy sentada es frio, rugoso, e incomodo. Sin embargo la pared que lo cubre en algunas zonas, comparada con este, parece cálida y suave. Es interesante sentir como se mezclan estos materiales entre sí.
Descubro por casualidad al dar un golpe en la pared que se encuentra a mi derecha, que no es maciza, sin embargo tiene la misma textura que la pared maciza pintada de blanco, por lo que deduzco que hay zonas de pladur o un material similar que pasan inadvertidas en otros lugares del edificio.
La vergüenza de estar allí sentada, los ruidos de la gente al caminar, el sonido inquietante de los ascensores y los fragmentos de conversaciones que oigo de la gente que pasa cerca de mí, hacen que no pueda aguantar mucho tiempo en ese lugar acariciando los materiales.
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